Aspectos básicos para un envejecimiento saludable
La vejez, más allá de una transformación biológica, es una construcción social, una forma de percibir y entender la vida en esta etapa.
La vejez se puede definir, desde la perspectiva biológica del organismo, como una etapa de la vida que en México inicia a los 60 años, sin embargo, no es sólo un conjunto de cambios físicos y fisiológicos, sino también una “construcción social, tanto individual como colectiva que determina las formas de percibir, apreciar y actuar en ciertos espacios sociohistóricos”. Entender esta etapa como esta construcción de nuestras experiencias previas, permite respetar el proceso del envejecimiento y llegar a una vejez digna a través del autocuidado.
El envejecimiento, proceso que inicia con el nacimiento y termina en la muerte, se caracteriza por diversos cambios morfológicos, fisiológicos, bioquímicos, psicológicos y sociales, ocasionados por la edad y la historia de cada individuo.
Durante dicho proceso será importante ir adaptando los cambios mencionados a un estilo de vida saludable desde antes de llegar a la vejez, con el objetivo de disminuir los riesgos de padecer enfermedades causantes de dependencia en esta etapa.
Por ejemplo, a partir de los 60 años, una menor masa cerebral (considerada como un cambio normal) más uno o más factores de riesgo anormales como la diabetes mellitus, hipertensión arterial o la obesidad, en una persona sedentaria con mala alimentación y aislamiento social, podría concluir en un deterioro cognitivo o incluso demencia, la cual va ocasionando la pérdida de algunas capacidades cognitivas y funcionales.
Los cambios de la composición corporal, como un incremento en la masa grasa, sobre todo visceral, y una reducción en la cantidad de masa muscular, pueden desencadenar una disminución de la fuerza, más fragilidad y por lo tanto mayor riesgo de caídas. Lo anterior es muestra de cómo los cambios considerados normales pueden llevar a un estado de dependencia si no se tienen los cuidados adecuados.
Por lo tanto, la prevención de síndromes geriátricos y enfermedades que lleven a la dependencia total o parcial de una persona mayor, está dirigida a un cuidado integral en el que:
- La alimentación sea balanceada y se adapte a las necesidades, enfermedades, gustos, costumbres y zona geográfica.
- La activación física sea un hábito constante con ejercicio o actividades recreativas. La Organización Mundial de la Salud recomienda 150 minutos a la semana de ejercicio para asegurar sus beneficios.
- Se lleven a cabo distintas actividades recreativas de convivencia con la familia, amigas, amigos y la comunidad.
- Aprendan y desarrollen habilidades nuevas que ayuden a reactivar y mantener lo más posible las capacidades cognitivas.
Es necesario empoderarse del envejecimiento para adquirir la responsabilidad del rol social de una persona mayor activa.
Nunca es tarde para iniciar una vida integral saludable