“El cuerpo es la forma en la que experimentamos la vida, la salud y la enfermedad”.
Conforme vamos envejeciendo el organismo va teniendo ciertos cambios, tanto físicos como fisiológicos, que pueden afectar la manera en que nos desenvolvemos en nuestro día a día y sobre todo puede alterar nuestro estado de salud.
Estos cambios son en su mayoría normales “por la edad”; sin embargo, no significa que no podamos evitarlos, disminuirlos y/o retrasar su presencia.
Un ejemplo de estos cambios son:
- La composición corporal (una de las áreas físicas que se modifican).
- La cantidad de masa muscular va disminuyendo.
- La masa grasa aumenta (sobre todo en el área visceral o abdominal).
- Este cambio implica también cambios metabólicos que aumentan el riesgo de padecer enfermedades como:
- Hipertensión arterial.
- Dislipidemias (hipercolesterolemia, hipertrigliceridemia).
- Glucosa elevada o diabetes.
- Sarcopenia, entre muchas otras.
- Este cambio implica también cambios metabólicos que aumentan el riesgo de padecer enfermedades como:
¿Qué pasa si no se controlan esos cambios y enfermedades?
Muy sencillo. Se vuelve un ciclo sin fin.
Una enfermedad mal controlada ocasiona otra serie de complicaciones de salud que a su vez requieren mayor consumo de medicamentos y una menor calidad de vida.
Si consideramos que algunos de esos cambios o condiciones de salud, dependen del estilo de vida de muchos años atrás, entendemos como es que se vuelve tan complejo de atender. Pero no imposible.
Te invito entonces a responder este pregunta: ¿Qué consideras que ocurre en un cuerpo que además de éstas condiciones de salud ahora también presenta un deterioro cognitivo?
Un adulto mayor con deterioro cognitivo (leve, moderado o grave)
Tiene un riesgo mayor de presentar complicaciones relacionadas a estos cambios normales. Esto debido a que impacta al estado nutricio por una serie de síntomas como:
- La disminución del apetito
- Disminución de las habilidades para comunicarse
- Dificultad para masticar los alimentos
- Problemas en la deglución (problemas propios de una demencia moderada-avanzada).
Estos cambios físicos que he mencionado son solo unos de los muchos que se pueden observar en un adulto mayor, además de los cambios fisiológicos que implican como tal una disminución de la funcionalidad de otros órganos y sistemas.
Como seguramente ya estás pensando, las complicaciones y necesidades de tratamiento se vuelven aún más complejas, tanto por necesidad de estabilizar cada enfermedad y condición que tenga la persona, como por la cantidad de cuidados que ahora habrá que tener en su alimentación, medicamentos, terapias, etc.
La pregunta sería entonces:
¿Cómo puedo evitar que estos cambios impacten negativamente a la salud de la persona a la que cuido e incluso la mía?
La respuesta está en un estilo de vida saludable, que involucre lo siguiente:
- Una alimentación adecuada y consciente
- Actividad física y ejercicio (hay una diferencia)
- De fuerza
- Cardiovascular
- Terapia física especializada
- Manejo del estrés y regulación emocional
- Una estimulación cognitiva constante
- Hidratación adecuada
- Buen manejo de sueño y descanso adecuado
- Evitar tiempos prolongados de sedentarismo, etc.
- Control farmacológico de enfermedades (en caso de que se requiera).
El ser cuidador de una persona dependiente conlleva una mayor responsabilidad, este rol va a requerir de nosotros que adquiramos los conocimientos y desarrollemos habilidades para el mantenimiento de un estado nutricional adecuado, propio y de mi familiar; además de cuidar las otras áreas que requieran de atención.
La lista anterior permitirá enlentecer el deterioro cognitivo y evitar tantos cambios físicos y fisiológicos, o si ya se presentan, adaptar y fortalecer las habilidades para saber como tratarlos desde casa. Esto requiere una serie de compromisos y modificaciones que cada miembro de la familia deberá hacer, además de la persona mayor con estas condiciones.
Por último, me gustaría que te preguntaras:
- ¿Qué tan importante para mi es tener un envejecimiento saludable?
- ¿Cómo quiero llegar a mi vejez?
- ¿Qué puedo hacer por mi familiar para disminuir estos riesgos?
- ¿Tengo las herramientas necesarias para lograrlo?
Veamos cada situación como una oportunidad de cambio.
M. en NH Perla García